La calle Monserrate es una de las arterias de comunicación más importantes de La Habana Vieja. En realidad, Monserrate es la prolongación de la calle Egido por el norte, y entre las dos forman el cinturón que separa La Habana Vieja del resto de la ciudad.
Oficialmente, el nombre de las calles Egido y Monserrate es avenida de Bélgica, aunque los habaneros las han seguido llamando, por costumbre, por sus denominaciones antiguas.
La Avenida de Bélgica, como calle Monserrate, comienza a la altura de la calle Colón y finaliza, como calle Egido, en la plazoleta de la calle Desamparados (Avenida del Puerto), frente a los muelles, a un lado de la Estación Central de Ferrocarriles.
Hoy en día, la calle Monserrate constituye uno de los rincones socioculturales más pujantes del centro histórico y siempre está llena de gente de todas las edades, por lo que es un gran lugar para experimentar la atmósfera incomparable de La Habana Vieja.
La calle toma el nombre de la ermita homónima, fundada en 1695 de manera anexa al antiguo caserío de la familia de los Sigleres y consagrada a Nuestra Señora del Monserrate.
En ese momento, la zona era conocida como plazuela de Monserrate, y limitaba con el parque de La Punta, la plaza de las Ursulinas y las murallas que protegían La Habana durante el periodo colonial. La construcción era muy sencilla y no poseía torre, sino un pequeño balcón donde se encontraban las campanas. La ermita y la plazuela de Monserrate se situaban en el mismo lugar en el que ahora se encuentra la Plaza de Albear.
José M. de la Torre escribía sobre la calle Monserrate en su libro “La Habana Antigua y Moderna”, publicado en 1857:
“Monserrate: comprende la calle del recinto desde la Puerta de la Punta hasta el extremo O. de la calle de la Muralla, y se llama del Monserrate porque en la plazuela de las puertas de este nombre existía la ermita del Monserrate, fundada en 1695, destruida en 1836 y reedificada en extramuros en 1844. El terreno donde se edificó esta iglesia era una estancia y tejar de la familia de los Sigleres: una parte de ella fue ocupada por la Real Muralla, quedando las casitas de guano y muchas arboledas que duraron hasta el siglo pasado.”
Para poder descongestionar el tránsito de carruajes y peatones en la ya concurrida ciudad de la primera mitad del siglo XIX, la ermita fue destruida en 1836 y en su lugar se abrió en el lienzo de la muralla una puerta doble, que permitía acceder a la ciudad por la calle Obispo y salir por O’Reilly. La ermita de Monserrate fue reedificada en extramuros en 1844, en la calle Galiano, entre Concordia y Conde Cañongo.
Construida entre los baluartes de Monserrate y de La Pólvora por el capitán general Miguel Tacón, la nueva puerta doble (conocida como la Puerta de Monserrate), disponía de dos largos puentes levadizos, que permitían cruzar el foso de la muralla.
La ciudad siguió creciendo rápidamente extramuros y la importancia militar de la muralla de La Habana continuó disminuyendo, por lo que en 1863 el Ayuntamiento decidió demolerla, rellenar los fosos, y aprovechar los terrenos liberados para construir plazas y edificios públicos.
En 1865 se aprobó el diseño de la nuevas red de calles, nucleadas entre dos extensas avenidas (Monserrate y Zulueta) que cruzarían de un extremo a otro el espacio antes ocupado por la muralla, siguiendo una trayectoria paralela al Paseo del Prado.
Vía de transición y tránsito entre La Habana antigua y la nueva, Monserrate vivió a finales del siglo XIX su momento de gran esplendor, convirtiéndose uno de los lugares preferidos por los españoles, criollos, esclavos, libertos y visitantes para hacer sus compras y disfrutar de sus horas de ocio.
En esta época surgieron edificaciones importantes como el magnífico Palacio de la Marquesa de Villalba (1879), considerado junto al Palacio de Aldama (1840), como una de las obras cumbre del neoclásico cubano del siglo XIX. También se fundaron en aquel período restaurantes históricos como La Zaragozana, el Castillo de Farnés, el Hanoi, el Puerto de Sagua o el Baturro, recientemente renovados por la Oficina del Historiador de la Ciudad.
Ubicado en la esquina de Monserrate y Trocadero, el moderno Palacio de Bellas Artes (1954) alberga la colección de pintura y escultura cubana del Museo Nacional de Bellas Artes, la más importante del mundo.
En la esquina de Monserrate con San Juan de Dios se localiza el impresionante Edificio Bacardí. Construido en 1930 según diseño del arquitecto Esteban Rodriguez Castells para ser la sede de las oficinas centrales de la compañia de ron Bacardí, es uno de los mejores ejemplos de arquitectura Art Decó en Latinoamérica.
En la esquina de Obispo y Monserrate se encuentra el famoso Floridita, un bar elegante que solía frecuentar el escritor estadounidense Ernest Hemingway y un buen lugar para retomar fuerzas tras una larga caminata por La Habana.
Justo al lado, está el solemne monumento al ingeniero Francisco de Albear y Lara, esculpido en 1895 por el artista cubano José Vilalta de Saavedra.
Calle Monserrate, La Habana Vieja, La Habana, CubaEsquina a Obrapía, ocupando el espacio del lobby del antiguo Hotel Monserrate (en la actualidad un edificio de viviendas) está el Bar Monserrate. Aunque el establecimiento ha sido restaurado, todavía conserva todo su carácter y atmósfera distinguida, que atrae a una concurrida clientela formada tanto por habaneros como por turistas.